Y que lo digas... fue desmontar la tapa y acto seguido empujar el coche desde el prado en que estaba hasta el interior de la nave para arreglarlo. No nos atrevimos ni a arrancarlo. Aquella noche no dormí pensando en las estripadas que le había pegado todo este tiempo. Muuuucha suerte tuve :? :?

Saludetes.