Es curioso, me ha tocado vivir de cerca un ejemplo así (Pulsar/Sunny/Almera y por otra parte, Micra).



Supongo que al final de todo, se resume como comenta Raul en un simple objetivo que copa todo artículo vendible hoy día: vender. Detrás de esto, unos departamentos de marketing que hacen sus estudios y estiman que quizás un nombre "x", léase Astra en vez de Kadett, o Insignia en vez de Vectra, sean más aceptados en mayor cantidad de mercados. Y añadiría más, siempre se ha considerado al Golf como el compacto de referencia. Por qué cambiarle el nombre a algo que de forma más o menos unánime se pregona por diferentes canales y medios como "el mejor" (sin entrar a debatir si lo es o no). Se supone que será el referente, y ese nombre ya sugestiona de entrada. Dicho esto, yo también soy fan de las denominaciones "de toda la vida" de Opel, y un poco parece que estén buscando su lugar estos últimos años, cuando estos modelos y nombres que citas, fueron modelos de remarcado éxito comercial.



Volviendo a lo primero, y como reflexión, he de decir que personalmente, estoy un poco enfadado con el mundo de la automoción. Me da bastante rabia la incesante y creciente fiebre por el "vender a cualquier precio". Y al fin y al cabo, simplemente se adapta a la sociedad y lo que la mayoría demanda. En una época en la que lo que prima son los gadgets de conectividad y la electrónica, se queda por el camino la esencia más básica del mundo del automóvil. Cada vez tienen menos sentido los pequeños/compactos de talante deportivo, donde en muchos casos se flirtea o se supera ampliamente la barrera de los 300 cv y el precio se acerca o supera ampliamente la barrera de los 10 millones de las antiguas pesetas. Y en cambio, cada vez más asépticos todos. Parece que si te gustan los coches con cierto sabor deportivo, o tienes una muy saneada cuenta corriente, o no tienes muchas opciones donde elegir.



En cierto modo, y no me me gustaría equivocarme, pero es la sensación que tengo, la automoción tal y como la conocíamos, muere poco a poco, y solo hace falta mirar a la juventud actual, donde cada vez son menos los aficionados al motor que giran el cuello cada vez que "pasa un pepino", y que con corta edad ya no suspira por tener el carnet de conducir, sinó por tener un smartphone de última generación. No generalizo, porque siempre quedan reductos que mantienen viva la afición por el motor, pero tienen cada vez más dura esta tarea.