Mi "jefe" en aquella empresa de mubles era un figura, era capaz de conducir cualquier cosa, comerse un Calippo y hablar por el móvil al mismo tiempo.

Y cuando llegaba a una rotonda con barro, habitual en las obras, me tiraba el movil y el calipo y se hacia unos trompos o un par de rotondas con la furgoneta.

Luego con el Volvo T5 daba miedo montarse con él.