En ésta ocasión, el Astra OPC, se mide a dos duros rivales, el Focus, y el Magane...

Fuente: http://www.coches.net/revista/notici...TipoNoticia=20

Comparativa Focus ST versus Astra OPC y Mégane Sport

Soplo de poder
La utilización del turbo es consecuencia de la constante evolución mecánica para el obligado cumplimiento de las estrictas normas anticontaminación. A diferencia de los motores atmosféricos de cuatro válvulas por cilindro, proporcionan potencia a medio régimen para imponerse en aceleración y recuperación, sin pecar en exceso en el consumo. Para colmo son más limpios y menos gastones. Lejos de generar esa descomunal patada de sus antecesores, se muestran más progresivos y suaves.


Todos ellos recurren a motores de dos litros, salvó el Focus que acude a un 2,5 litros de origen Volvo, que le ha servido para imponer su ley en el capítulo de recuperaciones, gracias a contar con una mayor entrega del par motor. Culpa de ello lo tiene el intenso trabajo realizado por Ford Team RS en la gestión electrónica de esta mecánica, para lograr establecer una curva de par muy plana, que alcanza su valor máximo de 320 Nm a sólo 1.600 rpm.

La igualdad se mantiene en las transmisiones con la monta de cajas de cambio manuales de seis relaciones.



En cuanto a potencia se refiere la palma se la lleva el Astra, ya que el trabajo realizado por la división deportiva de la marca, Opel Performance Centre, ha servido para generar todo un “pepino” de 240 caballos frente a los 225 caballos que entregan tanto el Focus ST como el Mégane Sport. Para lograr esto se ha llevado a cabo una concienzuda actualización en el modelo de Opel del motor 2.0 litros Turbo de 200 CV. Para empezar, el mencionado motor ha sustituido los pistones por otros forjados en aluminio, tratados con silicio y refrigerados por chorro de aire. Se han eliminado los ejes de equilibrado, con el objetivo de reducir las masas rodantes y mejorar la respuesta del motor. Por último se ha incrementado la presión de soplado del turbo hasta alcanzar los 1,2 bares con los que extraer esos 40 caballos “extra”. Para colmo la turbina tiene la particularidad de estar integrada en un único módulo que integra la carcasa de la misma, el colector de admisión y la válvula de descarga.

El resultado: un motor que empuja con mucha fuerza desde abajo. Sin lugar a dudas es el elemento que más llega a sorprender. Desde su bronco sonido que retumba en el ambiente hasta su brutal patada, que comienza a 2.000 rpm, vuelve a repetir a 3.000 rpm y genera su mayor contundencia a 4.000 revoluciones. Todo ello da muestras del por qué de su capacidad de aceleración frente a sus rivales, a cambio de restar algo de incomodidad a los acompañantes, que se ven sometidos por seis fervientes latigazos, uno por cada velocidad insertada.

Las sensaciones pueden llevar a engaño. Montados a bordo del mismo parece difícil de seguir por parte de sus rivales, aunque cuando observamos las cifras mostradas tanto por el ST en materia de recuperaciones y por el Mégane en aceleraciones, nada más lejos de
la realidad. El motivo: al Astra le cuesta transmitir tanta potencia al suelo para dosificar esos 240 caballos de potencia al tren delantero, por lo que hay frecuentes pérdidas de motricidad.

En los tres los consumos son directamente proporcionales a lo contemplativos que seamos con el acelerador. A ritmos legaless nuestros compañeros de viajes generaban una media de consumo de 9,3 litros/100 km en el caso del ST, por los 9,5 del Mégane y los 9,6 del Astra. En conducción deportiva a lo largo de la prueba también el modelo de Opel resultó ser el más bebedor con 15,9 litros/100 km de media, frente a los 15,7 y 15,5 litros/100 km de los modelos de Renault y Ford, respectivamente.

A la hora de enfrentarlos en carretera, cabe señalar que encontramos el Astra el más confortable del terceto en vías rápidas, siempre y cuando no le demos al botón del IDS Plus, que endurece la suspensión pilotada. Tras éste se encuentra el Focus, quien a pesar de tener también unas suspensiones muy enérgicas digiere con gran eficiencia las irregularidades del firme. Por último queda el Mégane, ya que se muestra el más duro del terceto, ante este tipo de vías.

¡Agárrense, que vienen curvas! Cuando nos adentramos en carretera de montaña la situación varía por completo. Aquí el más fácil de conducir es sin lugar a dudas el Focus gracias a su buena motricidad, su dirección tan precisa de cara a informar al conductor de todo lo que acontece en la carretera, sus potentes y resistentes equipo de frenos y un motor con el que tener una reserva de potencia bajo el pie derecho.


Noble y bien aplomado sobre el asfalto, el Focus ST se muestra como el más equilibrado y eficaz del terceto, gracias a su sensacional bastidor. Todo un auténtico superdotado sobre el asfalto, capaz de asimilar sin problemas su elevado potencial disponible. A todo ello se suma una suspensión con un buen grado de eficacia entre estabilidad y confort en marcha.

Un peldaño más abajo se sitúa el Mégane Sport, todo un prodigio de agilidad llevado al límite, aunque requiere más destreza de manos cuando le provocamos. No obstante, cerca del límite ninguno de sus rivales son capaces de seguir su ritmo, ya que tracciona de maravilla, el motor empuja con genio, la suspensión se muestra de lo más firme y frena de auténtica locura. Es sin lugar a dudas el más efectivo en el paso por curva, ya que el tren delantero muerde mejor que ninguno el asfalto, mientras el trasero nos ayuda a redondear
la maniobra. Sin embargo, la dirección no resulta todo lo informativa que quisiéramos.

En el otro extremo encontramos el Astra OPC, un deportivo que exige al conductor tener más despiertos los cinco sentidos. La suspensión pilotada se muestra dura en modo normal y muy exigente en el “Sport”. En los giros cerrados el control de tracción actúa de forma instantánea para aplacar las pérdidas de adherencia. Ante esta situación si queremos aprovechar al máximo su capacidad de aceleración basta volcar el pié sobre el acelerador cuando las ruedas se encuentren rectas.