Buenas

Joer, en nuestro caso sustituyó a un Seat 124 D precioso, color "café con leche" del que mi padre decía que solo se echaba en falta una quinta marcha y hubiera durado mucho más.

Buah y como olía a nuevo cuando lo recogimos, parece que lo estoy viendo salir de la exposición y mi padre sprintando a la vuelta hacia el pueblo... y aquel día que quedamos con el jefe de taller que nos había comprado el alerón (capricho del niño que el padre cumplió)... el mismo mecánico que ahora cuida con cariño al Kadett.

Hasta hace poco seguía dando guerra por ahí pero le he perdido la pista.

Y creo que rectifico: no la misma ilusión, cada día más.

Un abrazo