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Comparativa Audi A3 Sportback versus Opel Astra
Una lucha sin cuartel


Fuerza, deportividad y eficacia dinámica se dan la mano tanto en el A3 Sportback como en el Astra, que recurren a la sobrealimentación para elevar sus potencias a 200 caballos, una potencia que controlan con elementos tecnológicos propios. Enfrentamos a dos compactos habitables que, por prestancia y poderío, son de lo más granado de sus respectivas gamas, dos manjares para los amantes de las fuertes emociones
Quiénes no recuerdan aquellos turbos que, como el Renault 5 GT Turbo, Fiat Uno Turbo o el Lancia HF Turbo, fueron precursores de una generación destinada a los amantes de la deportividad en estado puro? Radicales en su concepción, todos ellos apostaban por elevar al máximo las pulsaciones de quienes se pusieran al volante de los mismos, sobre todo a base de las fuertes reacciones que el bastidor transmitía al habitáculo.

En la actualidad, estas versiones, sin desplegar grandes alardes estéticos, se vuelven más dóciles en su conducción, gracias al apoyo de la electrónica. No obstante transmiten fuerza en su empuje y ¡de qué manera!, con aceleraciones fulgurantes a la más mínima presión del pedal, recuperaciones que abruman a los diesel más espectaculares del mercado, promedios en torno a 200 km/h sin el más mínimo problema y todo ello sin las reacciones bruscas que los turbos mencionados de antaño, gracias al apoyo constante de la electrónica, que hacen practicar adelantamientos y fuertes reducciones sin el más mínimo recelo de salir disparado en la entrada del turbo.

Aquí tenemos dos claros ejemplos. En materia mecánica, el Sportback aventaja al Astra en la configuración de su mecánica, pues aúna inyección directa de gasolina con la sobrealimentación.

Dicha combinación tiene mucho futuro, pues aporta notables ventajas respecto a los sobrealimentados convencionales, como el Opel Astra 2.0 T, gracias a un mayor control de la alimentación y, por ende la posibilidad de contar con una mayor relación de compresión. Todo ello permite tener una buena respuesta a cualquier régimen, estirando desde las 1.500 vueltas en sexta sin problemas, lo que da una clara muestra de elasticidad.

Es la del Audi una mecánica con un consumo que sorprende por su economía, ya que, sin llegar a ser ahorrador, marca mejores registros que el Astra, más de medio litro por cada 100 kilómetros (9,5 del Audi frente a los 10,1 del Astra), cifras que también se trasladan a la ciudad (11,9 frente a los 13,3 del Astra) y a la carretera (7,1 del Audi frente a los 7,4 de su oponente). Y todo ello teniendo que mover un peso nada contenido de 1.470 kilogramos, frente a los 1.385 del modelo de Opel.

La ausencia de vibraciones queda patente en el refinado motor del Audi, que en términos prestacionales se salda con unas cifras muy ajustadas.

Distinas respuestas
En recuperaciones la balanza se inclina a favor del Audi (7,6 frente a los 8,0 segundos del Astra de 80 a 120 km/h en 5ª velocidad), mientras que en la aceleración el gato al agua se lo lleva el Astra, con una salida mucho más explosiva (6,9 frente a 7,1 segundos de 0 a 100 km/h, según nuestras mediciones).

Para colmo, y a pesar de ser más ruidoso, la del Opel cuenta con una mayor elasticidad, pues ya genera fuerza en sexta velocidad a partir de 1.000 rpm. En este caso, lo mejor de este motor se sitúa entre las 2.500 y las 5.000 rpm. Pasadas las mismas, la entrega de la potencia ya no emerge de manera tan progresiva.

En cuanto a la transmisión, ambos vehículos acogen cajas de cambios manuales de seis relaciones. Y en este campo, el Sportback también se muestra claramente superior, con un cambio rápido, de tacto preciso y con un recorrido de la palanca más corto que el de su rival. En lo referente al comportamiento dinámico la capacidad que ofrecen estas dos máquinas para cualquier tipo de trazados es digna de elogio. Estamos ante dos compactos fáciles de conducir, más de lo que cabía esperarse si tenemos en cuenta sus 200 caballos. El carácter subvirador se deja notar, aunque el control de estabilidad produce su efecto. Y aunque se puede desconectar, siempre está vigilante si nos cegamos con el acelerador en carreteras muy serpenteantes.

Sabor GTI
La deportividad se hace más evidente en el Astra 2.0T, más orientado hacia la utilización de un GTi en estado puro que hacia los compactos del segmento “premium”, donde se encuentra su oponente.

A pesar de contar con un menor confort acústico que el de su rival, el Astra se comporta como el Doctor Jekill y Mr Hyde.

En nuestra unidad de pruebas contábamos con la suspensión IDSplus, que varía de manera casi instantánea la dureza de los amortiguadores y la regulación de los sistemas electrónicos el ABS y el ESP. En principio, se antoja más confortable que el Audi, cuya suspensión deportiva más rígida hace que las sacudidas de la misma sea más seca de cara a los ocupantes. No obstante, basta pulsar el botón Sport, que encontramos en la parte superior de la consola central, para que el carácter del modelo cambie de manera radical y nos descubra el verdadero carácter de su 2.0 litros Turbo.

En ese momento la respuesta del motor es más rápida, la suspensión convierte al coche en “una tabla prácticamente” y la asistencia de la dirección es muy directa, ofreciendo un comportamiento más cercano al de un competición.

Aquí el comportamiento no pierde eficacia con el paso de los kilómetros, como ocurre con el Audi. No obstante, el Sportback muestra un nivel de agarre sobresaliente –más que el Astra cuando las inclemencias del tiempo se hacen patentes- con fuertes ritmos de marcha, a cuya confianza contribuye la tracción total junto a una suspensión trasera multibrazo.
Con el asfalto seco, un ligero subviraje sale a relucir en las ligeras acometidas que hacemos en las curvas de reducido radio de giro, más próximo a las horquillas, ya que en las más abiertas y medias el paso del mismo es francamente sensacional.

En este terreno, el Astra no hace ascos a los giros cerrados, atestiguando un paso por curva endiablado, con una motricidad digna de elogio gracias al mayor equilibrio que ofrece el chasis. En la frenada, la balanza se inclina a favor del Astra, que cumple mejor su cometido. En este sentido, éste ofrece un mejor comportamiento por tacto y mordiente y aguanta en mayor medida el exceso de trabajo, que sale a relucir de manera más temprana en el Audi, ya que alarga las frenadas y aumenta el recorrido del pedal.

Nobleza interior en el Sportback
En lo referente al habitáculo, el cuidado interior del Sportback se hace patente y se muestra superior a su contrincante. El interior del Audi es excelente en cuanto a calidad de materiales y ajustes. Aquí sale a relucir el segmento al que pertenece. No es que el Astra se quede atrás, pues cuenta con materiales de buena factura, aunque muestra una mayor sobriedad.

En el puesto de conducción del Audi, los asientos –confeccionados en cuero y ante como parte del equipamiento opcional- aportan una mayor sujeción lateral y un ajuste lumbar más preciso. En este sentido, y a pesar de que ambos ofrecen una buena ergonomía del conjunto, el Astra queda en desventaja por algún detalle, como el pequeño pomo de la palanca del cambio, demasiada alejada del volante, y por un cuadro de instrumentación donde se echa en falta más información, como el indicador de la temperatura del agua y, en el caso de ambos, el manómetro correspondiente a la presión del aceite, así como el de la presión de soplado del turbo.

En cuestiones de habitabilidad y pese a ser el Astra un coche más pequeño, ofrece el mismo confort que en el Audi. Ambos cuentan con respaldo abatible por partes asimétricas, que permite aumentar la capacidad de los maleteros.

En este apartado, sale ganando el Astra, tanto en una configuración como en otra. En este sentido, mientras el Audi pasa de los 302 a los 1.052 litros, el Astra comienza en 350 y finaliza en unos nada desdeñables 1.300 litros.

Como resumen final, y a la hora de tener que decantarse por uno u otro modelo, todo dependerá de lo que persiga el comprador. Si éste valora su cuidado aspecto interior, una imagen de prestigio y tecnología de vanguardia se inclinará por el Audi. Sin embargo, quien exija las mismas cualidades prestacionales, un comportamiento más radical en carretera, una mayor capacidad de carga y deje de un lado el refinamiento, el Astra será su mejor opción, que además es más barata.

Texto: Bienvenido Alcántara - Fotos: Víctor Fernández